lunes, 27 de septiembre de 2010

Confundir con Clarín

Me llama mucho la atención la cuestión discursiva que utilizan los destructores de la República para disimular el fin de acallar la expresión pública, la prensa y el pensamiento crítico.
Han aprovechado el resentimiento propio de varias generaciones de un país que crea resentimiento, y donde en ese espacio de dolor, alimentado por los estereotipos de alguna filosofía ya atrasada, se ha podido en cierto modo instalar que el gran causante de los males argentinos es...Clarín!. Porque ya no se trata de analizar diagnósticamente cuál es la razón de nuestros males así como identificar cuáles son las políticas que nos puedan sacar de ellos, sino que, para el pensamiento y el sentir del resentimiento, es mejor, más visible, más facil echarle la culpa a un privado grande y poderoso, y que además es rico y, en ese contexto, odioso.

Ese es el enemigo creado. No es el desastre organizativo, no es la violación sistemática de las reglas de administración que han convertido al Estado en algo tan caro que sólo crea odio e inflación, no es la corrupción que desmoraliza, no es el desorden social, la irresponsabilidad política o el empresariado amigo del poder que se hace dueño de nuestro país por monedas, creando solo desmoralización. No es nada de eso porque en realidad es más facil suponer que hay un causante único y, de acuerdo con la moral impuesta, tiene que ser un individuo fuerte.

El resentimiento por todo eso ha sido reubicado: está el dolor, pero vamos a tapar las causas, vamos a atribuir esos resultados desastrosos a quien gran parte de la prensa -muchos imbuidos del típico discurso anti empresarial-, las élites de escritorio, consideran el culpable: el llamado "salvaje capitalismo", etiqueta de discriminación adonde van a parar todos los errores de los otros, de los verdaderos causantes.

Así, en ese plano, está el target a destruir, el que convoca a muchos en su contra, porque es un objetivo facil en esa sociedad que es alimentada en su resentimiento: Clarín, el gran diario argentino, el gran rico, el multimillonario salvaje y manipulador de los 480.000 ciudadanos que -pobres ellos, nunca entendieron nada...-, entregan diariamente su cerebro lector a los controles del ubicuo Magneto, el gran responsable desde Mariano Moreno para acá.

Maldita sea la sociedad democrática donde los que ahorran y hacen negocios crecen, ese es el paraíso del Diablo, justamente el diablo con clarinete y ediciones diarias.
Ese es el aprovechamiento del odio al que se supera, del odio al que tiene algo, encarado contra Clarín.

Pero no es por ese fin de distracción que se lo vincula a Clarín con el desastre, sino que es porque precisamente Clarín es el botín mayor de un grupo que quiere quedarse con el país, y sí, efectivamente, hacerle creer a toda la ciudadanía que estuvo equivocada, y que de ahora en más ellos les explicarán que todo estuvo mal y que hay que seguirlos a ellos, a los corruptos, a los Moreno -Guillermo-, a los Boudou, a los Oyarbide, los Rudy Ulloa, los Moyano. En fin, los k.

Pero no creamos que es solo distracción, no, es quedarse ellos y sus amigos con el sistema, es no tener a nadie que les discuta, porque suponen que la discusión les hará perder elecciones, y es la posibilidad de que, desde ese resentimiendo y de una apropiación a la que le han puesto ribetes ideológicos para taparla, se encuentra el gran negociado de la Argentina, el acto ultimador de nuestra Democracia: quedarse con la prensa libre, acallar para siempre a la opinión pública, destruir y mancillar a sus enemigos, extorsionar con nombre y apellido a quienes se les opongan, y sobre todo hacerse gigantemente ricos y multimillonarios y perpetuarse en todas las áreas del poder. Quedarse con todo el país.

Esto es, precisamente, el fascismo. Para quienes no lo conozcan, lo puedo describir así: eso que estudiamos en la historia que ocurrió a mediados del siglo XX y que pensamos que nunca nos iba a ocurrir.

¿Usted tiene un valor que preserva pero su idea es distinta de la del poder?: a usted lo van a poder destruir desde una prensa hecha solo para destruirlo a usted. ¿Es un buen ciudadano? Ellos dirán que no lo es. ¿Dirige un colegio y denuncia que los fondos públicos se los queda la Dirección de Escuelas? Empiece a preocuparse, porque apenas se queden con la prensa, usted será acusado de abusar de esos chicos a los que cuida. Pero no queda allí: tendrán testigos de que usted lo hace, y cuando vaya a la Justicia no podrá conseguir nada, porque a la Justicia también la amenazan con inventarles abusos, etc.

Esto es fascismo. Y ahora quieren que usted lo viva.

Cuando piense en Clarín, piense que medio millón de personas como usted pueden enterarse de que a quien usted votó se está quedando con su dinero. Si Clarín -entiéndase, la prensa-, desaparece, usted nunca más volverá a saber nada de su gobierno. Si usted no quiere a los monopolios, sepa que la supuesta pelea contra Clarín es sólo la máscara discursiva para lograr su buena vista en esa lucha, pero la verdad es que sólo quieren quedarse con la prensa, esa que a usted le dice que tal o cual funcionario se queda con el dinero que usted paga.

Piense en la libertad de expresión, muchos quieren que usted la pierda. No les entregue ese valioso derecho.