miércoles, 6 de octubre de 2010

Cambalache dentro del cambalache

Escuchaba el tango Cambalache en la audaz bodega O. Fournier en San Carlos Mendoza, dentro de esa muy buena idea turística-cultural denominada "Tango por los caminos del vino", cuando se me ocurrió y le comenté a una reconocida ex directora de escuela que la letra del famoso tango ya podía ser leída de otro modo.
Para los que no lo recuerden, Cambalache expresa la decadencia en que comienza a sumirse la sociedad -y en ella nuestro país-, visto desde un ángulo de sociedad meritoria y justa, es decir, desde una perspectiva donde los ciudadanos se encuentran reconocidos por sus buenas acciones y a ellos les corresponde, en justicia, los reconocimientos de lo social. Así, desde este lugar, la sociedad que comienza a igualar pone en un mismo plano a personas de vidas totalmente distintas, para injusticia y dolor del que ha llevado una existencia ética: "Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor". Por supuesto que también critica a la igualación en otros ámbitos, no solo éticos, al impugnar esa mezcla de "ignorante, sabio, chorro, generoso y estafador".
Ahora bien, de lo que nunca tuvimos duda es que Cambalache es una crítica, una feroz animadversión a un síntoma de la realidad.
Y acá viene lo llamativo: Cambalache puede entrar como objeto dentro del mismo cambalache que expresa, dado que para lo que Discépolo y la sociedad entendieron como una crítica y un conjunto de valores expresados en esa letra, ahora, desde los modelos sociales y políticos basados en lo que en Argentina "el modelo", y en, por ejemplo, Venezuela "la revolución bolivariana", en realidad Cambalache pasaría a ser, para sus mentores y adalides, un discurso de lo que ellos llaman la derecha represiva, o derecha agromediática y relacionada con los remanidos grupos concentrados de poder, etc.
Es que si se observa bien Cambalache llama a un orden social meritorio, a un reconocimiento de abstenciones éticas -no robar, no matar, no cometer delitos- y de conductas expansivas: estudiar, trabajar, hacer el bien. Y esos valores, precisamente, son los que aquellos a los que me refiero intentan vincular con una descripción de lo que denominan derecha y, más precisamente, una mala derecha.
Entonces pasamos desde una simbología crítica: Cambalache como modelo a contrario sensu de la realidad que no nos gusta y que vamos viviendo, a, luego -ahora-, ser considerada un modelo reaccionario, un discurso de "la derecha".
Entonces Cambalache, cambiado su contexto por el predominio de las ideas que critica, queda inserto en el mismo cambalache.
Nada de esto, por supuesto, impedirá seguir disfrutando su música, y añorando una sociedad mejor.