domingo, 26 de agosto de 2012

No es la reelección, es la república

Aunque puede haber una idea de polarizar la idea sobre si Cristina se reelegirá, lo cierto es que el tema de la reelección no tiene tanto de personalista como sí de cambio del sistema político del país. El tema no es si Cristina se reelige, el tema es si seguiremos con una república o si la perdemos para siempre.
República es el sistema político donde uno de sus pilares fundamentales es la periodicidad de los funcionarios en el gobierno, precisamente para que haya renovación, necesidad de conocer y contemplar al votante para llevarlo a políticas, para que las sucesivas generaciones y polos de poder y opinión tengan acceso al gobierno del país, derecho que todos tienen. En fin, la periodicidad de las funciones deja al gobernante en una posición relativa, de permisión de que todos puedan acceder -a través de sus representantes y de sus símbolos- al ejercicio del poder, de comunicar sus ideas y participarlas a los demás. La periodicidad emite la señal de que los ciudadanos son iguales, ya que todos pueden permitirse acceder a la administración pública. 
Decía Kennedy que  "los que hacen imposible una evolución pacífica, harán inevitable una revolución violenta". Precisamente ese dictado es la expresión de la vigencia de la república: que nadie se quede en el cargo; todos deben tener el derecho de ocupar ese cargo, y todos tienen la obligación de dejarlo una vez terminada su oportunidad. La tensión provocada por la perpetuación comienza cuando no hay renovación y, tarde o temprano, el final violento ocurre. Véase a Siria hoy, o los regímenes de perpetuación: todos los días hay hechos de violencia política.
Así que el hecho de la reelección de Cristina mediante reforma constitucional no es un tema de Cristina sí o no; es el hecho de romper el sistema por el cual hasta ahora no descendemos a las situaciones de vida anteriores a la conformación de los estados, cuando la gente dependía de un señor feudal.  
El artículo 1° de la Constitución Nacional consagró como cláusula pétrea ese gran logro del avance humanista en lo político, avance que nos pone a todos como iguales ante el poder: la república. 
Sólo con la república podemos pensar en la igualdad y en la justicia. Sin ella asoma el imperio de la desigualdad; y la creciente tensión.

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